Este fin de semana se conmemorará el centenario de la plaza de toros onubense de Santa Olalla del Cala, una joya de la Fiesta taurina en la provincia de Huelva. Iniciamos una trilogía de reportajes que repasa en esta primera entrega los tres indultos concedidos en este coso a lo largo de estos cien años de historia.
Vicente Parra.-
Santa Olalla del Cala se apresta a vivir sus días feriales. Y, en ellos, como no podía ser de otra forma, los toros tienen una gran importancia. No en vano cuenta con un bello y coqueto coso que se empezó a construir hace la friolera de más de cien años y que, desde 1912 viene acogiendo espectáculos. Un recinto que, a lo largo de su ya dilatada vida, ha pasado por diversos avatares y que, en la actualidad, tras estar en manos del Ayuntamiento su explotación, la Corporación ha dedicado tiempo y dinero para hacerla más cómoda y funcional, al mismo tiempo que ha logrado embellecer el espacio que ocupa, logrando que, en la actualidad, sea uno de los rincones más bonitos de esta Santa Olalla que ha sabido adaptarse a la modernidad sin perder un ápice de su tradición secular. Ahí está la no muy lejana construcción de los burladeros, que le han dado a la plaza empaque de coso importante, al igual que otras obras que también han servido para darle comodidad y belleza a unas instalaciones peculiares por encontrarse en una zona céntrica de la localidad, con mucha comodidad y, sobre todo, con muchas vivencias entre sus muros.
Por su ruedo, y a lo largo de estos cien años, han pasado nombres importantes de la historia taurina, cuya enumeración sería interminable. Por ello, sólo recordaremos algunos como son los casos de Juan Belmonte, que, antes de ser torero, estuvo trabajando en la zona cuando se construía el ferrocarril. Por ello, el llamado Pasmo de Triana dejó amigos y conocidos, que se movilizaron para recibirlo en la estación a su llegada a Santa Olalla, en la que entró como un héroe montado en un caballo blanco. Además, los más ilustres nombres de la historia taurina española han pasado por este coso, pues, aprovechando la cercanía con Sevilla y los grandes núcleos ganaderos de la zona, actuaban en los diversos festejos que, a lo largo de la historia, se han celebrado en la centenaria plaza.
Si hiciéramos una relación, parecía que estuviéramos leyendo los trece tomos del Cossío. Y, algunos de ellos, tienen grabadas en sus memorias esas actuaciones en esta plaza, como es el caso de Antonio Ferrera, un casi paisano que cuenta aquí con innumerables amigos y admiradores. Él ha tenido la fortuna de unir su nombre, por partida doble, a la plaza de Santa Olalla, por cuanto, en la tarde del 25 de agosto del año 2000, tuvo la fortuna de encontrarse con ‘Productor’, un animal nacido en la ganadería que se lidia a nombre de Carmen y Araceli Pérez, y que dio ejemplo de lo que es auténticamente un toro bravo, que, gallardamente, se ganó la vida por esas cualidades que deben acompañar a todo indulto. Pero, y muchos lo recordarán, Antonio Ferrera también hizo posible el lucimiento máximo de ‘Productor’, primer toro al que se le perdonaba la vida en Santa Olalla y marcar un hito histórico, como se recuerda en esa placa que se erigió en la misma plaza de toros.
Pero nuestro admirado casi paisano Antonio Ferrera volvió a hacer historia en este coso unos años después, concretamente el 5 de abril de 2003, otro toro del mismo hierro, de nombre ‘Banquero’, también se ganó la vida después de una muy buena pelea. Y, aunque hubo opiniones en diversos sentidos, el presidente, juez supremo del festejo, aplicó el principio jurídico in dubio, pro bovis, en caso de duda, a favor del toro. Como ‘Banquero’ había puesto de manifiesto muchas cosas positivas, y Antonio Ferrera lo lució al máximo, también fue indultado. Cómo va a olvidar el bravo extremeño la plaza de Santa Olalla del Cala, como tampoco la puede olvidar el articulista que tuvo la satisfacción de vivir ambos acontecimientos, vibrando de emoción con la bravura del toro y entusiasmado con el quehacer de su lidiador.
Pero como no hay dos sin tres, ocho años más tarde, concretamente el 21 de agosto de 2011, Alfonso Oliva Soto indultó a un toro, ‘Oloroso’, que, curiosamente, había nacido en el término municipal olallero por cuanto su criador, Gerardo Ortega, tiene su ganadería muy cerca de la población. Fue otra jornada de júbilo en un coso que, afortunadamente, trae suerte a los ganaderos porque, en lo que llevamos de siglo, ya ha propiciado tres indultos.
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