El poder de las figuras

Las figuras del toreo no lo son por capricho ni por suerte, sino por una regularidad y cualidades mantenidas en el tiempo. Esta tarde, tres figuras como El Juli, Perera y Talavante han mostrado las razones de su condición de líderes, desplegando el poder de su toreo para salir a hombros por la puerta grande.

Francisco Mateos.-

     Algunos aficionados sevillanos de larga tradición como abonados han cambiado sus hábitos. El hartazgo de las figuras por las formas y fondo de la empresa que gestiona la Maestranza llegó hace dos temporadas a tal punto que decidieron dejar de torear en Sevilla. Fue la puntilla para el abono. Muchos han abandonado su abono y ahora compran sólo tres o cuatro corridas sueltas, y con el dinero que se ahorran hacen ‘turismo taurino’ en plazas que están a tiro de piedra, como Jerez, El Puerto o Huelva. Con el dinero que se ahorran les da para el transporte, ver las figuras ausentes en estas otras plazas cercanas y una buena cena como final de la jornada. Hoy de nuevo se han visto caras sevillanas en La Merced para poder ver a tres de los toreros que ni torearon el año pasado ni han toreado este año en la Maesatranza. Juli, Perera y Talavante son tres toreros claves para cualquier feria, y en Huelva están por métitos propios.

     Al final del festejo, los tres ausentes de Sevilla y presentes en Huelva salieron a hombros en La Merced. Fue una buena tarde de toros. Los astados de Santiago Domecq, nobles pero desrazados, permitieron faenas destacadas de las tres figuras. El mejor fue el primero de la tarde, pero casi todos se dejaron en la muleta.

     La actuación del presidente fue desconcertante. Puso el listón de concesión de orejas bajo al entregar doble trofeo al Juli en el primero; con una era suficiente. Por eso no se sabe qué le faltó a la actuación de Perera en el segundo del festejo para que se negara a conceder también dos orejas, llevándose una monumental bronca. Lo cierto es que, al margen de orejas, Miguel Ángel Perera se echó a la espalda la tarde de Colombinas. Fue el más dispuesto y entregado de los tres, y el que más verdad puso en lo que hizo. Al primero, que se quedaba corto de salida, le enjaretó ajustadas verónicas de rodillas en el tercio. Fue muy meritorio porque se revolvía y de rodillas no podía el extremeño perderle los obligados pasitos. La emoción con el capote no había acabado porque dejó un quite tan ajustado que aún nos preguntamos cómo el pitón izquierdo del toro no se llevó por delante medio muslo del torero. Más emoción en el inicio de faena, cambiando por dos veces el viaje del astado por la espalda. Faena de altibajos por la condición del toro, pero siempre con la verdad del toreo del extremeño. Mató bien y dicho queda que no se entiende la no cobcesión de la segunda oreja, teniendo en cuenta el referente del doble trofeo de El Juli en el primero de la tarde.

    En el quinto remató su buena tarde onubense cortando -ahora sí- las dos orejas. La faena la comenzó allá en la solanera con una tanda de derechazos rodilla en tierra, abrochando de rodillas aún con un gran pase de pecho. La emoción estaba servida. El toro, mansito, tendía siempre a huir a tablas, y de ahí que Perera lo cosiera a la muleta, sobre todo al acabar un muletazo e hilvanar con el siguiente, y no dejarle ver otra cosa que no fuera la pañosa roja. Enorme de cabeza torera y perfecto de técnica. No fue fácil armar la faena que realizó Perera, con un final más en las cercanías y un espadazo acertado.

     El Juli lidió al mejor toro del encierro: el primero. Jugó bien los brazos con el capote y desplegó su poderío y técnica en la muleta. Faena de menos a más, con una primera mitad más mecanizada y un final en el que puso más corazón. Mató de una buena estocada y cortó dos orejas, aunque con una quizás hubiera sido suficiente. El cuarto se partió una pata ya en el tercio de banderillas y fue devuelto. El sobrero no fue como el noble primero. Protestaba cuando El Juli lo sometía y amagó con rajarse en un par de ocasiones. El Juli lo fue sometiendo en la muleta y le sacó hasta una buena tanda de naturales. El madrileño, a estas alturas de su carrera taurina, le saca faena a este toro y a veinte con menos argumentos. Falló con la espada y se esfumó el trofeo.

     Cerraba terna Alejandro Talavante. El primero de su lote -tercero del festejo- no transmitía emoción; tampoco el torero. Hasta que llegaron dos tandas de naturales ligados y muy templaditas que se celebraron con ovaciones rotundas. La estocada no cayó en buen sitio, pero se concedió la oreja. El último, ya con la noche metida de lleno en el coso mercedario, fue devuelto a corrales por falta de fuerzas. El sobrero permitió a Talavante mostrar tanto la improvisación de sus desconcertantes faenas, como la elegante templanza de sus muñecas. Faena medida y cuidada que le valió otra oreja, y así acompañar a Juli y Perera en la salida a hombros.