Torería a caballo y a pie

El festival de Higuera de la Sierra volvió a tener el respaldo de su público fiel, que acude a la plaza serrana onubense en busca de torería. Y hubo torería de Andrés Romero a caballo, triunfador de los tres jinetes anunciados; y también torería del maestro José Luis Parada y Oliva Soto en la segunda parte del festejo de toreo a pie.

Redacción.-

     Buena respuesta de público al tradicional festival serrano de Higuera de la Sierra para colaborar con la Cabalgata de Reyes Magos, con casi lleno en los tendidos a pesar de la amenazante lluvia que finalmente hizo aparición durante el festejo. Abrió plaza a caballo Fermín Bohórquez, que no encontró en un astado de su propia ganadería al colaborador necesario para lograr el éxito. Sí logró una oreja el sevilano Diego Ventura en el segundo de la tarde, un ejemplar de Luis Terrón con el sacó a galopar a algunos de los caballos nuevos de su cuadra; destacó su habitual temple con las monturas y la rueda de banderillas cortas.

     El triunfador de la terna a caballo fue el onubense Andrés Romero, muy seguro toda la tarde, encelando al astado de Benjumea y midiendo bien los terrenos para quebrar en la cara del aninal. Su actuación siempre fue creciendo en emoción y el doble premio fue justa recompensa a su esfuerzo.

     La segunda parte del festival de Higuera de la Sierra fue protagonizada por el toreo a pie. La maestría de José Luis Parada con el buen astado de Pallarés (premiado con la vuelta al ruedo) quedó patente en un empaque y una forma de andar por la plaza distinta. Con la verónica clásica se gustó Parada, y en la muleta se sintió al natural, cerrando actuación con derechazos llenos de torería y una estocada. Lo del premio de las dos orejas y el rabo es lo de menos cuando se despliegan tan toreras formas sobre un ruedo.

     También cortó las dos orejas y el rabo del astado de Fuente Ymbro el diestro sevillano Oliva Soto. Toreo lento y templado, gustándose en cada lance y quebrando cintura en cada muletazo. Cerró el festival el novillero Juan Solís ‘El Manriqueño’, que dibujó bien el toreo con el capote y tuvo que armar faena bajo la lluvia. Falló con la espada y el premio quedó en una oreja.