El extremeño Posada de Maravillas y el sevillano Lama de Góngora han salido a hombros esta tarde de la novillada ferial celebrada en la centenaria plaza de Santa Olalla del Cala. Javier Jiménez sólo logró cortar un trofeo. Los nobles utreros de Cayetano Muñoz facilitaron las faenas de los tres novilleros.
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Antonio Girol.-
Se iba el sol buscando Ayamonte cuando Posada de Maravillas y Lama de Góngora enfilaban en hombros la puerta grande de la centenaria plaza de Santa Olalla del Cala. Cinco orejas llevaban en sus esportones, más otro apéndice que Javier Jiménez había paseado del cuarto. Excesivo botín para una novillada que no ha terminado de romper a lo grande por más actos de generosidad que hayan querido otorgarle tanto el animoso público como el desprendido presidente del festejo.
Abría terna Javier Jiménez que se encontró de primeras con el mejor novillo del encierro. Un bonito ejemplar de Cayetano Muñoz, muy en Guateles, de una suavidad excepcional y que colocaba la cara de forma magistral. Obedecía el animal por el nombre de ‘Soñado’ y a buen seguro que en más de una ocasión el rubio de Espartinas habrá soñado con un utrero de esta nobleza y sin embargo no supo darle la lidia que la res demandaba. Se empeñó en abusar del toque fuerte consiguiendo que la boyantía se tornara en embestida descompuesta. Erró en el planteamiento de faena al no hacer uso de la suavidad que destilaba el utrero en sus humilladas arrancadas. A ello hay que sumar que alargó en demasía la faena. Mató mal y se conformó con escuchar una ovación que saludó desde el tercio.
El cuarto era el novillo de más cuajo del encierro. Un animal que manseó en banderillas y al que supo entender -esta vez sí- en un inicio en el que estuvo muy firme en los mayestáticos estatuarios con los que dio comienzo al trasteo. Era este utrero de condición diferente a su hermano y más en el estilo del toreo que gusta practicar a Jiménez, que se peleó con él hasta conseguir meter al público en la faena y hacer que sonase la música. Por el lado izquierdo hubo pasajes en que logró correr bien la mano en naturales de largo recorrido. Volvió a estar mal con la espada; sin embargo, fue premiado con una oreja al esfuerzo.
El primero de Posada de Maravillas era una máquina de embestir. Novillo con muchos pies y muy codicioso que hizo una tremenda pelea en varas, derribando al caballo que montaba Anderson Murillo y encelándose con la cabalgadura hasta tener que ser coleado con insistencia por un monosabio. La alegría a la hora de embestir que tenía la res hacía que albergásemos esperanzas de que Posada lo luciera citándole desde lejos y embarcando la embestida. Sin embargo, el deseo se vio truncado de raiz en el mismo momento en que David Oliva de forma totalmente insensata corrió al novillo a una mano para estrellarlo contra el burladero. El testarazo fue de tal impresión que hubo un momento en que algunos temimos por la integridad del animal. Tras aquello el utrero fue otro, quedándonos con las ganas de ver la faena que soñábamos. Tardó Posada de Maravillas en cogerle el aire y cuando lo hizo por el pitón izquierdo el animal había perdido todo el fuelle hasta el punto de acabar refugiándose en tablas. Mató de estocada caída y fue premiado con una oreja discutida por un sector de la plaza. Una lástima.
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Al quinto tuvo que practicarle una faena breve. Acertó el pacense porque no era novillo que se prestase al lucimiento y aún así hubo momentos en los que pudo correrle bien la mano aunque sin terminar de llegar a ligar los pases por la sosería del animal que no terminó de emplearse. Lo finiquitó de un tremendo espadazo, merecedor del trofeo que le fue concedido.. |
De diferente condición han sido los dos que le han tocado a Lama de Góngora. El primero, al que había saludado a pies juntos, apretó mucho hacía dentro en banderillas. Mirón, en la muleta, hizo que el sevillano tuviese que aguantarle parones que solventó con toques precisos. Quienes piensen que Lama es sólo un ‘torero de espejo’ se equivocan, ya que a la pinturería que destila su tauromaquia sevillana hay que aunarle un valor sólido como ha demostrado ante este ejemplar al que tiró patas arribas sin puntilla. Fue premiado con una oreja.
El sexto estaba en el aire del primero. Con esa suavidad con un punto de picante que da la sangre de los Guateles. Se dobló con él en los de tanteo para luego dar mucha distancia en las primeras series que enganchaba con buen son por debajo de la pala del pitón llevando a la res muy toreada. Toreo importante. Sin embargo, acortó el viaje y en las siguientes el animal protestó poniéndose algo gazapón, lo que emborronó el buen inicio. No debió apreciarlo así el presidente, que en un gesto de generosidad le concedió el doble premio.
GALERÍA GRÁFICA (Gallardo) |
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OTRAS IMÁGENES (Gallardo) |
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