Se cumplen 83 años del fallecimiento del torero onubense Manolito ‘Litri’ tras la gravísima cogida sufrida durante la lidia del toro ‘Extremeño’, de la ganadería de Guadalest, en la plaza de toros de Málaga. Pese a los años transcurridos, la afición choquera sigue recordando en esta fecha a tan genial torero.
Vicente Parra.-
Nacido de la relación extramatrimonial del matador de toros Miguel Báez Quintero y de Margarita Gómez, empleada de su domicilio, vio la primera luz en Huelva el 3 de agosto de 1905. Dado que en el matrimonio entre su padre y su esposa Antonia Hernández Díaz no tenía hijos, el pequeño Manolito fue acogido felizmente en el domicilio matrimonial, donde se crió. Lógicamente, esa relación paternofilial hizo que en el pequeño fuera aflorando la afición taurina, por lo que, desde su infancia, Manolito mostrara sus deseos de ser torero, tarea en la que era, además, animado por numerosos amigos y admiradores de su padre.
Cuando el pequeño mostró a su padre sus deseos de torear, el viejo Miguel quiso darle una lección y, por ello, le preparó una ‘encerrona’, solicitando, con ocasión de celebrarse una novillada en la plaza onubense, al empresario que adquiriese dos novillos más, que serían lidiados por Manolito a puerta cerrada en el coso choquero el día 20 de junio de 1919, cuando el muchacho contaba con tan solo 13 años de edad. Pero la noticia se propagó por los ambientes taurinos y, al festejo, al que estaban invitadas tan sólo veinte personas, acudieron numerosas otras que prácticamente llenaron los tendidos e, incluso, la prensa diaria se hizo eco del mismo y de las excelentes cualidades del aspirante a torero.
A pesar de la lógica impericia de Manolito, su padre quedó impresionado de sus cualidades, por lo que decidió enviarle a la Escuela de Tauromaquia de Sevilla para que aprendiera los rudimentos del toreo. Allí permaneció hasta que el 15 de agosto de 1920 y en la localidad de Valverde del Camino vistió su primer traje de luces, actuando junto a Rafael Posada, con reses de M. Castilla. Aquella tarde cortó una oreja. Según el periódico ‘El Liberal’, Manuel Báez ‘Litri’ estuvo «en el suyo, bien toreando y colosal matando». Al día siguiente, con astados de Cipriano Ramírez lidió dos novillos junto a Cayetano Naranjo aunque finalmente Rafael Posada, que no figuraba en el cartel, también mató otro. En el mismo periódico se escribió que «Manolito obtuvo un gran triunfo, consiguiendo las orejas y rabos de sus novillos y saliendo a hombros ante un público entusiasmado que llenaba la plaza».
Una semana después, Manolito debuta en la capital, iniciando una serie de actuaciones por diversas localidades tanto de la provincia onubense como de otras provincias en las que va consiguiendo numerosos triunfos que le van proporcionando seguidores, que le acompañan a esas actuaciones triunfales. Dio un paso más en su carrera taurina debutando con caballos el 3 de agosto de 1922, el mismo día que cumplía 17 años. Aquel día actuó con Joselito ‘El Algabeño’ hijo y Pepe Belmonte, lidiando novillos de Campos Varela.
Tantas eran sus ganas que se hizo pasar por su padre al solicitar por carta una actuación para su hijo al empresario de Valencia quien accedió con suma facilidad dada la amistad que tenía con el viejo Miguel, quien descubrió la trama urdida por su hijo pero, comprendiendo la situación, no hizo nada por impedirlo. El debut de Manolito en Valencia fue el 20 de mayo de 1923 y ese día se inició una relación afectiva entre la afición valenciana y la dinastía ‘Litri’ que aún perdura. Con Manolito hicieron el paseíllo Pepe Belmonte y Chavez, y lidiaron novillos de Félix Suárez. Al término del festejo, el empresario, a la vista del éxito obtenido, le contrató tres novilladas para las siguientes semanas.
Para el 10 de agosto de 1924 estaba previsto su debut en Madrid. Sin embargo, tras actuar el día anterior en Huelva, Manolito y su cuadrilla no pudieron llegar a tiempo para intervenir en el festejo, por lo que se originó un fuerte altercado de orden público por cuanto los espectadores habían acudido a contemplar la actuación del onubense, que fue nuevamente anunciado para la tarde del 27 de agosto, haciendo el paseíllo junto a ‘Zurito’ y Lorenzo Latorre para actuar ante reses de Coquilla. En esa ocasión, Manolito cortó una oreja.
Se anunció su alternativa para el día 28 de septiembre de 1924 en la plaza de Sevilla, ceremonia que iba a ser apadrinada por Manuel Jiménez ‘Chicuelo’ y con el testimonio de Pascual Lalanda, con reses de Moreno Santamaría. Unos días después, concretamente el 9 de octubre, y en festejo a beneficio de la Cruz Roja, Manolito confirmó su doctorado de manos de Lalanda, actuando el rejoneador Antonio Cañero y Nicanor Villalta en la lidia de reses de Villamarta.
La temporada de 1925 estuvo preñada de éxitos para el joven torero onubense, destacando el obtenido en la Corrida de la Asociación de la Prensa de Madrid celebrada el 16 de julio. Aquel día actuó junto a Luis Freg, Nicanor Villalta y Cayetano Ordóñez ‘Niño de la Palma’, que confirmaba su alternativa. En los chiqueros, astados de Vicente Martínez y E. Hernández. El onubense, que cortó dos orejas de su primero y dio la vuelta en el otro, fue proclamado, tras votación popular, triunfador del festejo y ganador de la ‘Oreja de oro’ en litigio entre los actuantes, por lo que en Huelva se hizo muy popular un fandango cuya letra decía
Que importa que sea de Ronda
y se llame Cayetano,
cuando la ‘Oreja de oro’,
guardada como un tesoro,
la trae el Litri en la mano.
Para hacerle entrega de este galardón se organizó en Huelva una corrida en la que participaron Chicuelo y Zurito. El onubense le cortó las orejas y el rabo al primero de su lote y, al término de su actuación, Armando Palacios Valdés, secretario de la Asociación de la Prensa, junto a las autoridades onubenses hicieron entrega del galardón al diestro en medio de una gran ovación que se repitió al ofrecer el trofeo a la afición en una aclamadísima vuelta al ruedo.
Manolito Báez ‘Litri’ había conseguido, en tan sólo una temporada como matador de toros, el fervor y la admiración de los aficionados de toda España que aguardaban con ansiedad el desarrollo de la campaña de 1926 en la que se esperaba contemplar la gran dimensión taurina del matador onubense. El torero tenía previsto iniciar la campaña el día 28 de febrero, actuando en su tierra junto a Zurito en una corrida organizada por su Tertulia; sin embargo, el desacuerdo entre Antonio Márquez y la empresa de Málaga para intervenir en una corrida regia, hizo que Manolito ‘Litri’ fuese contratado para intervenir en el festejo junto a Marcial Lalanda y Antonio de la Haba ‘Zurito’ para lidiar reses de Guadalest en la tarde del 11 de febrero, bajo la presidencia de Alfonso XIII.
El segundo de la tarde, ‘Extremeño’ de nombre, berrendo en negro y bien armado, dio síntomas de vencerse por el pitón derecho, como la cuadrilla hizo notar al diestro onubense, quien, tras brindar al palco real, comenzó su faena, pero al segundo pase el toro le alcanzó, volteándole aparatosamente para volverle a coger y lanzándole por el aire. En la enfermería, Litri fue curado de una herida de diez centímetros de extensión por otros diez de profundidad en el triángulo de Scarpa derecho, con gran hemorragia venosa. Tras la cura, fue trasladado a la clínica del doctor Lazárraga, donde quedó hospitalizado.
En un principio se pensó que las heridas cicatrizarían en un plazo de mes y medio. Sin embargo, el diestro onubense fue empeorando hasta tal punto que el día 17 de febrero el doctor Lazárraga reconoció que el estado del torero se había agravado en términos alarmantes por haberse presentado un flemón gaseoso que hizo necesaria una nueva intervención quirúrgica. Unos días después, concretamente el 18 de febrero, hubo necesidad de amputar la pierna derecha tras haber dado su conformidad el padre del torero. Cuando recobró el sentido tras la intervención, el diestro conversó con su padre, el mozo de espadas ‘El Salao’ y con sus banderilleros Vito y Galea, quienes le ocultaron la amputación del miembro.
Tras esta conversación, Manolito, que no podía conciliar el sueño, pidió una novela para leer, quedando amodorrado hasta que, de madrugada, el doctor Lazárraga comprobó que el torero no tenía prácticamente pulso, por lo que se procedió a su reanimación mientras Manolito se despedía de sus íntimos. Pidió la presencia de un sacerdote y, tras abrazarse a su padre, entró en estado agónico, falleciendo a las once de la mañana del día 18 de febrero de 1928.
Su cuerpo fue trasladado a su ciudad natal y toda Huelva se echó a la calle para, primero, velarle en el Centro de Instrucción Comercial, donde se instaló la capilla ardiente, y posteriormente durante su entierro en el cementerio de San Sebastián. Toda la ciudad vivió con intensidad estas jornadas luctuosas y, a día de hoy, se sigue conmemorando la fecha del 18 de febrero con una ofrenda floral que se hace en su lugar de enterramiento al igual que, desde entonces, el paseíllo de cada festejo que se realiza en la plaza de toros de Huelva se hace a los acordes del pasodoble ‘Manolito Litri’. Pese a los años transcurridos, la Huelva taurina sigue teniendo presente a quien fuera gran torero onibense.