Redacción.-
El ganadero onubense José Luis Pereda lidiará esta temporada con el hierro que lleva su nombre y el de La Dehesilla un total de 20 corridas de toros, además de alguna novillada. «La mía es una ganadería consolidada en la que las camadas prácticamente son iguales todos los años», asegura el ganadero a la revista ‘Aplausos’.
De las 20 corridas, algunas ya tienen destino y, de nuevo, las plazas grandes donde tan bien se le dieron las cosas el año pasado, van a ser parada obligatoria para los peredas. «A Madrid voy dos tardes, una en San Isidro y otra más adelante, no sé si en verano o en otoño. También iré a Las Ventas con una novillada en junio. En Sevilla estaré en San Miguel. Este año llevo unos toros a Arles y me hace ilusión porque hace muchos años que no voy y allí he tenido algún triunfo muy gordo. Una vez no salieron las cosas como esperaba y dejé de ir, pero quiero reencontrarme con aquella afición y volver muchas más tardes», desvela el ganadero.
En cuanto a las hechuras de los toros de saca, destaca su uniformidad, «hay muchos toros que son prácticamente un calco. Es un toro astifino, fino de mazorca, bajo, con mucho cuello, bien hecho, con la cara bastante cerrada para que todos con su trapío quepan en las muletas de los toreros», comenta el ganadero.
José Luis Pereda está consiguiendo reivindicar la sangre ‘núñez’, a la que algunas figuras todavía se resisten porque su bravura resulta en ocasiones comprometida y hasta incómoda. Una bravura que a los toreros de poder y corazón les permite cincelar grandes faenas basadas, como afirma su ganadero, en epílogos grandiosos. El tesón, la afición y el trabajo de un ganadero ven su recompensa en un hierro más que consolidado que goza de un momento de esplendor. «El mío es un toro que no se define tanto, que no es fácil torearlo con la muleta pero que cuando realmente embiste, el toro hace que el torero pueda tener un triunfo grande en la segunda mitad de la faena, que es donde realmente se cortan las orejas porque las orejas no se cortan con el capote, ni con las banderillas, ni yéndose a la puerta de chiqueros, ni tan siquiera en la primera fase de muleta. Además de todo eso, el toro no se debe caer porque cuando se cae el toro, se cae la Fiesta. Este es el toro que procuro criar yo», concluye el ganadero.