Echemos la vista atrás y recorramos 50 años de la historia del toreo onubense. Corría el año 1962 y las Colombinas incluían una corrida de toros y una novillada de promoción, así como un festejo cómico-taurino. Los rejoneadores Ángel y Rafael Peralta, y los diestros Jaime Ostos, Mondeño y José Julio componían el festejo mayor.
Vicente Parra.-
Hace medio siglo, con una población muy inferior a la actual pero con una gran afición taurina, la programación para las fiestas onubenses estuvo compuesta por una corrida de toros y una novillada de promoción con presencia de jóvenes valores de la torería local, así como un espectáculo cómico-taurino.
En el día grande se lidiaron reses de Celestino Cuadri Vides, buenas, con genio y casta, pronto y dóciles, muy poderosas, con temperamento y que hicieron una gran pelea ante los caballos. Por lo positivo, destacar el cuarto del encierro, mientras que en lo negativo el peor fue el que cerró plaza. Abrieron plaza los hermanos Ángel y Rafael Peralta, quienes mostraron su dominio de alta escuela. Colocaron rejones de castigo antes de entusiasmar a los graderíos en el tercio de banderillas que cerraron con dos rosas. Rafael dejó un buen rejón de muerte que necesito del eficaz descabello por parte de Ángel. La lucida actuación fue premiada con una oreja.
Jaime Ostos, embutido en un terno grosella y oro, totalizó tres orejas al concluir su actuación. Con su primero, el de Écija se lució al torear al natural con pases largos y hondos, así como en los de pecho y adorno. Dejó media estocada y obtuvo el primer trofeo. Después, con el gran cuarto lo lanceó garbosamente antes de llevar a cabo un trasteó espléndido con la mano izquierda, con naturales inacabables que gustaron mucho a los tendidos. Dejó una gran estocada y le concedieron las dos orejas.
También obtuvo un trofeo Juan García ‘Mondeño’, que compareció luciendo un traje lila y oro. Con su primero dio muestras de su estatismo pero, sin embargo, no ‘llegó’ a los tendidos, por lo que al dejar media estocada y descabello fue silenciado. Se lució al capotear a su segundo al que después toreó con hondura en redondo y cuajar sus mejores momentos al interpretar las manoletinas. Pinchazo y estocada dieron paso a un trofeo.
Cerró el cartel el portugués José Julio, que puso en liza todo su pundonor y casta pero no tubo fortuna en el lote que le correspondió. Se lució con las banderillas y, a su primero le instrumentó algunos pases sueltos antes de ser revolcado. Mal con las espadas pues necesitó de dos pinchazos y media, siendo silenciado. Con el peor del encierro, lo intentó sin éxito y para colmo estuvo mal a la hora de matar al necesitar de cinco intentos, siendo silenciado.
Lleno absoluto para ver la novillada en la que actuaron los locales Antonio Batalla, Florencio Pérez ‘El Onubense’ y Jesús Abril. Por el contrario, no colaboraron las reses enviadas por el extremeño Montero de Espinosa, animales de feo estilo, avisados y con malas intenciones. Batalla puso mucho interés en triunfar pero no encontró enemigo y tan sólo pudo conseguir aplausos del respetable; una oreja cortó El Onubense, que estuvo toda la tarde con mucha voluntad y, en ocasiones, fue capaz de sacar algún pase suelto. También obtuvo un trofeo en el último de la tarde Jesús Abril, que dejó muestras de su buen toreo a pesar de ser enganchado por la ingle; a punto estuvo de recibir una cornada.